martes, 24 de marzo de 2015

El corredor de maratón que contaminaba como un utilitario

¿Sabías que los corredores del Maratón de Madrid emiten la misma cantidad de CO2 que 1.100 utilitarios haciendo 15.000 kilómetros anuales? Puede que no, porque el dato es bastante sorprendente, casi tanto como disparatado. Y es que los cálculos de huella de carbono y las comparaciones de los resultados, a veces, se nos van de las manos.

Maratonianos dispuestos a contaminar. Foto de Flickr, gracias a Dru Bloomflield.



En el artículo donde he consultado este y otros interesantes datos, publicado en un periódico digital para runners, establecen esta comparación basándose en la huella de carbono del maratoniano, extensible a cualquier otro participante de diferentes competiciones y centrado en el impacto ambiental del transporte hasta el lugar de celebración de la prueba y el consumo de papel, plástico y electricidad durante la misma.

En realidad, la importancia de la contaminación de una persona que cubre una distancia a pie, independientemente de la velocidad o la competición, puede equipararse a la huella de carbono de cuando dormimos, de una conversación con un amigo o de un paseo por el casco histórico de Segovia, por citar algunos ejemplos. Hay cosas que no podemos evitar, contamine lo que contamine, como respirar, caminar, hablar o sudar.

Por favor, no contaminen Segovia.
Lo que en realidad merece un análisis es la organización de eventos y la cada vez mayor implantación de los eventos sostenibles. Una reunión multitudinaria como el Maratón de Madrid deja un importante impacto ambiental a nivel de consumo de electricidad, emisiones de CO2, generación de residuos o gasto de agua, entre otros, al nivel de lo que pueda ocasionar una pasarela internacional de moda, una feria de turismo, un congreso médico, los carnavales o una manifestación.

Cualquier congregación de cientos o miles de personas supone desplazamientos no habituales, desde el incremento de la frecuencia del transporte público hasta viajes privados en coche o traslados internacionales en avión, además de los vehículos de la organización y los medios de comunicación, que se deben tener en cuenta para calcular la huella de carbono.

Por lo tanto, el que puede equiparar sus emisiones a las de un utilitario no es un corredor de maratón, sino un participante en un evento (maratoniano, congresista, visitante de una feria o público de un estadio deportivo), porque si el corredor de maratón iniciase los 42 kilómetros en la puerta de su casa e hiciese un recorrido circular, no generaría tal impacto, a no ser que tuviéramos en cuenta el ciclo de vida de su ropa o del asfalto que pisa.

Siga el sendero.
Otro aspecto que habría que analizar es: ¿qué estaría haciendo el maratoniano de no estar cubriendo esa heroica distancia? Seguramente viendo la televisión en su casa, consultando las redes sociales en una tablet, jugando a videojuegos o viajando en su coche para visitar a un amigo… diferentes alternativas, todas ellas, sin duda, más contaminantes.

El mensaje tranquilizador es para corredores y caminantes, así como para los aficionados a la bicicleta y otros medios de transporte cero emisiones: nuestra actividad es sana, respetuosa con el medio ambiente y totalmente ecológica. Los pocos aspectos negativos de estas prácticas son fácilmente controlables (cuidar los residuos, optimizar el consumo tecnológico, respetar el entorno). Todos tranquilos, pues salir a correr sigue siendo infinitamente menos contaminante que conducir un utilitario.

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