Cameron asegura que, con esta decisión, no se verá
comprometida la protección ambiental básica, algo de lo cual su gobierno hizo
bandera al comienzo de la legislatura, autoproclamándose el más verde de la
historia del país anglosajón. Sin embargo, el anuncio se suma a las críticas
recibidas por la coalición gubernamental tras suavizar los requisitos para
construir en zonas verdes.
De ser cierto que el medio ambiente no quedará desprotegido,
significaría que la normativa ambiental británica necesitaba una profunda
revisión y estaba llena de “normas ridículas”, como el propio dirigente las
definió. David Cameron asegura que muchas de estas leyes están obsoletas y es
hora de acabar con ellas.
Y es que para las industrias británicas debe ser una
auténtica lata tener que preocuparse por los niveles de emisión de sus fábricas,
el ruido de sus obras o los impactos que sus actividades puedan provocarle a
los animales o al medio en el que tienen lugar. Y para colmo, muchas de estas
normas suponen sanciones al incumplimiento de sus criterios. Válgame.
Además, no solo hablamos de pagar una multa cuando se
contamina por encima de lo establecido, hay que pensar en las medidas
preventivas, como pueda ser la instalación de filtros o sistemas de depuración
de gases, el aislamiento de las zonas más ruidosas o las molestas inspecciones
para determinar si todo está en orden.
Esto no viene más que a confirmar que el medio ambiente es
un capricho para el sistema capitalista y, en esta crisis que el propio sistema
ha provocado y de la que pretende salir con medidas no capitalistas, como las
intervenciones estatales, no hay lugar para gastos tontos. Si los ejecutivos
han dejado de pulirse el dinero en yates, mansiones y otros lujos, ya sabéis,
“por la crisis”, no van a permitir que sus empresas tiren miles de euros en caprichos
que ni siquiera son suyos, sino de los ecologistas.
Qué sabrán ellos de economía, el sistema en la actualidad no
se puede permitir pensar en si la actividad industrial provoca la muerte de
unos animales o si los gases emitidos a la atmósfera destruyen unas
(económicamente) improductivas plantas. Ya habrá tiempo, cuando se pase la
crisis y volvamos a gastar dinero de forma descontrolada, de pensar en el medio
ambiente.
El problema es que el planeta no concede prórrogas. Las
emisiones atmosféricas, la contaminación del suelo y las aguas, la aniquilación
de especies, la deforestación, la sobreexplotación de los recursos naturales,
todo sigue aumentando y causando cada vez más efectos negativos. No podemos
actuar cuando nos convenga, hay que hacerlo cuando sea necesario y el momento
es ahora, es más, hace mucho tiempo que es el momento de actuar. Si seguimos
sin hacerlo y, peor aún, retiramos las pocas y leves iniciativas para
salvaguardar la salud del planeta, llegará un día en que nos queramos
arrepentir y ya sea tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario